17 diciembre 2017
Segundo y último post sobre Myanmar: Yangon y Bagan
Hola amigos,
Hete aquí que hace como dos semanas que volví de Myanmar y
que solo ahora me pongo a escribir mi segundo –y último- artículo, con la
memoria un poco menos fresca y la pluma un poco más fría que entonces.
Escribo, ahora más que nunca, con la conciencia de que
básicamente escribo para mi yo futuro, si bien quiero pensar que mi yo futuro
tendrá cosas más interesantes que hacer que leer este blog.
Debo decir que Myanmar me gustó bastante aunque, como ya
dije, me limité a visitar la antigua capital –Yangon- y la zona de templos de
Bagan. Es decir, que no vi demasiado la realidad del país, aunque algunos
detalles me pudiesen dar una pista.
Bagan estuvo muy bien: es una zona con cientos de templos
budistas, quizás miles, en un espacio relativamente limitado. A pesar de ser
temporada alta, la cantidad de gente que había era muy razonable. La
temperatura en las horas centrales del día era también soportable, sin duda más
que en Yangon. En el avión me pilló un resfriado inoportuno que me frenó un
poco el primer día, pero no los siguientes. Me alojé en el viejo Bagan, en un
hotel muy chulo con piscina y vistas al río: desde allí, la mayor parte de los
templos me quedaban bastante cerca. Las poblaciones, si exceptuamos los templos
y las panorámicas, no tiene demasiado interés y no hay gran cosa que haga
pensar en un núcleo urbano: ni en el viejo Bagan, ni en el nuevo, ni en la
cercana población de Nyaung U (poco más que unas calles polvorientas), donde
está el aeropuerto.
En Bagan, por lo demás, está todo muy bien montado, incluso
para los que no vamos en grandes grupos o en autocares turísticos. La manera
estándar de moverse cuando uno va por libre son unas pequeñas motos eléctricas,
que no hacen ningún ruido y van la mar de finas. Con ellas uno se pasea por un
par de carreteras asfaltadas y algún que otro camino de tierra, de templo en
templo, con total libertad. A mi que esto del budismo me genera bastantes
simpatías, los días en Bagan me gustaron mucho. Un templo en forma de stupa por
aquí, otro templo por allá, una estatua del Buda, otra estatua del Buda, un
templo con una especie de terraza con vistas sobre toda la esplanada de
Bagan…fue muy agradable e interesante. Para mi, mucho mejor que si hubiese ido
con un tour y me hubiesen querido enseñar diez templos cada día, explicándome
detalles e historias, a menudo poco interesantes.
La presión comercial sobre el turista es moderada y la gente
local es bastante respetuosa. Respecto a los templos en sí, al parecer hay cierta
polémica porque muchas de las reconstrucciones que se han hecho no siguen
criterios históricos ni arquitectónicos: han combinado estilos y materiales sin
prestarle demasiada atención, han dejado construir hoteles y un campo de golf
en plena zona de templos y un pequeño etcétera de cosas por el estilo.
Seguramente sea bastante cierto, a pesar de lo cual un profano como yo tampoco
se da demasiada cuenta. Creo que el gobierno local argumenta que los templos
están en uso, como diciendo que no hay motivo para mantenerlos como estaban en
cierta fecha, sino que son algo vivo.
Excepto hecatombe, parece difícil pensar que en los próximos
años el turismo en Myanmar –y en Bagán en particular- no vaya a más. Y supongo
que, puestos a ir, será mejor ir en los próximos años que esperar mucho más.
Bagán, pues, me gustó mucho y podría haberme quedado unos
días más visitando templos, paseando con la motito, dándome algún baño en la
piscina, haciendo un poco de meditación, comiendo razonablemente bien y
dedicándome al noble arte del dolce far niente. Fuera de la época de lluvias el
clima parece agradable en Bagán, sin duda más que el horno que es Yangon. En
cualquier caso, no es mala idea descansar un poco en las horas centrales del
día, cuando el sol aprieta más.
Los últimos días del viaje los pasé en Yangon, un lugar con
el que no acabé de conectar del todo. Es de aquellas ciudades –algo muy
asiático- poco pensadas para el peatón, con grandes distancias, mucho tráfico y
escasas aceras, lo cual combina muy mal con el sol de justicia y el calor
húmedo que hay la mayor parte del día. En Yangon hay templos bonitos e
interesantes, estatuas de Buda espectaculares -por no hablar de la famosa
pagoda de Shwedagon-, algún parque bastante agradable y oferta cultural y
gastronómica, mucha de ella callejera. También existe la posibilidad de
introducirse un poco en la vida local visitando algún mercado o disfrutar de un
momento de relax en algún lugar con reminiscencias del colonialismo británico.
Pero, en términos generales, eché a faltar algo de alma, un centro más claro,
alguna zona peatonal por donde pasear a gusto sin tener que estar esquivando
coches. Imagino que las cosas mejorarán en los próximos años. El problema
seguirá siendo el clima, puesto que yo estuve en su ‘invierno’ y el calor era
considerable en las horas centrales del día.
En cuanto a la gente, mi impresión fue muy buena. Me
parecieron por lo general educados y respetuosos, poco dados al engaño, muy
poco agresivos comercialmente y en su manera de conducir. Todo llegará. No
puedo entrar a valorar su gobierno ni los problemas con la minoría musulmana
que tan mala fama les está dando, pero en términos generales me pareció un país
con algunas prioridades bastante claras y algunas cosas propias de países mucho
más avanzados (tráfico, respecto por los semáforos, basuras, campañas
educativas, etc.). Creo que hay un fondo de algo, posiblemente relacionado con
el budismo, que les hace intentar ser buenas personas con el prójimo, empezando
con los frecuentes donativos a los monjes budistas. Como siempre, la realidad
es compleja y está claro que hay una cara B, pero al menos puedo decir que la
cara A sí existe.
Respecto al budismo, que es abrumadoramente mayoritario,
estuve haciendo una encuesta y llegué a la conclusión de que la gente medita
poco excepto cuando son monjes, de manera que su forma de acercarse a esta
filosofía de vida es sobre todo a través de donativos y plegarias. Una pequeña
decepción, pero nada que no hubiese podido intuir.
Respecto a las preguntas que quedaron pendientes de
responder en el primer post, aquí están.
¿Cuántas paradas tendrá que sufrir el
vuelo de nuestro héroe antes de llegar a su destino? El vuelo a Nyaung U
(Bagán) fue muy pesadito, puesto que nuestro avión de hélices hizo dos paradas
antes de llegar a nuestro destino final. Nada que no hubiese visto en Brasil,
por ejemplo, pero muy pesado a pesar de todo cuando el vuelo inicial sale con
varias horas de retraso. Crucé unas palabras con aquellos dos monjes que tenía
a mi lado en el aeropuerto, eso sí, lo cual me hizo cierta gracia.
¿Habrá sido buena idea pedir emergency exit sin hablar el idioma? Sí, porque me
dieron asientos en primera fila, junto a mis amigos los monjes, que iban a
Mandalay.
¿Son más guapas las birmanas que las laosianas? No sabría deciros, porque en
myanmar hay varios grupos étnicos con características diferentes. Pero, si me
tuviese que mojar, diría que son más guapas que las laosianas pero menos que
las tailandesas, ya que me lo preguntáis.
¿Llevan los birmanos las mismas faldas que en las películas? Sí, la mayor parte
de hombres lleva el longyi, que es una especie de falda, aunque algunos jóvenes
modernillos llevan pantalones occidentales.
¿Qué tal conducen? Razonablemente bien: tienen mucho margen para empeorar y
mucho que desaprender de los países cercanos.
¿Se perciben influencias de la vecina India? Pocas, me pareció más parecido a
Tailandia. Sí hay alguna influencia en la comida y, sobre todo, en la cosa
marrón-rojizo que algunos van escupiendo por todas partes, que creo que es nuez
de betel…un estimulante.
¿Qué tal la comida a esta orilla del Mississippi? Bien, me gustó, en general se
come bastante bien, pero sin entrar en mi top-10 mundial.
¿Es más fea la sonoridad de la lengua birmana que la del tailandés (difícil)?
No, la sonoridad del birmano me pareció más agradable que la
del tailandés o la del chino, por poner dos ejemplos. Solo faltaría.
Hasta la próxima!