20 mayo 2013

Teneriffa 2.0

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Desde que soy kite-surfer (dic'2012) la vida me lleva adonde hay viento. De ahí que, en este último mes, me haya escapado sendas veces a Teneriffa, que vendría a ser la mayor de las Islas Canarias. Aquí, además de viento, no hace demasiado frío ni está el agua demasiado gélida que, en siendo el mes de mayo, no es poca cosa.

Debo decir que el viento tiene algo de imprevisible y que la primera vez que estuvimos aquí no llegamos siquiera a pisar la tabla, circunstancia que aprovechamos para jugar a minigolf.

Ésta vez ha sido bien distinta: Germán -mi compañero de surfeo con cometa- y yo hemos disfrutado de condiciones casi ideales, lo cual ha permitido que llegáramos agotados, quemados por el sol y algo magullados -pero contentos- al final de cada uno de los tres días.

El Médano, al sureste de la isla, ha sido nuestro centro de operaciones, únicamente interrumpido por una escapada en coche a la base del Teide, que vendría a ser una montaña: de subida vimos bonitos paisajes, en contraste con gran parte de la isla, que no destaca necesariamente por su belleza.
En nuestra primera visita nos escapamos a la capital, Santa Cruz, que en un rápido vistazo no nos dejó con ganas de más. Tampoco me pareció muy destacable el macro-núcleo turístico de Las Américas, si bien fue agradable poder tomar el sol y bañarnos a finales de abril.

Los tinerfeños son gente amable y simpática que vive sin temor a una posible sobredosis de queso, de patata, de carne ni de mojo picón. Se percibe una cierta honestidad y la habitual tranquilidad de los pueblos que no tienen que llegar antes que nadie a ningún sitio.

Los precios de todo son muy razonables y, además, hay un descuento de una hora en casi todo, lo cual son sesenta minutos que le quedan a uno para ver un buen documental.

Habrá pues, que volver a El Médano a hacer kite-surf, idealmente entre semana y en un mes frío.

Habrá que volver a cenar en el Astillero Avencio, habrá que probar una pizzería de la que todo el mundo habla bien -Wairua- y otra -la Tartaruga- que también tiene cierta fama.
Habrá que volver a Cruz de Tea, de camino al Teide, a comer auténtica comida canaria en el Cumbres de Abona, sin dejarse recomendar una especie de potaje pegajoso de gofio (harina a base de cereales tostados).
Habrá que, quizás, explorar el Norte de la isla con sus guachinches y también la costa Oeste.


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