07 diciembre 2013

Haridwar, Rishikesh, Delhi: en vivo desde el Hotel Boutique International VIP Star De Luxe Grand The Pearl


A las buenas noches,

Os escribo con nocturnidad desde la ciudad de Delhi, donde anoche pillé el mayor empacho de comida de mi historia reciente. Creo que jamás había comido tanto pollo ni tanto cordero en un único ágape, así que la combinación de uno más el otro fue demasiado: mi cuerpo serrano está desbordado. Ayer hicimos nuestra última cena en la capital de este indio país y fuimos a un restaurante que muchos dicen que es el mejor de la ciudad, el Bukhara, donde preparan los pinchos enormes que acabaron conmigo. Siempre he sido un gran admirador del 'chicken tikka' (pollo deshuesado con especias hecho en un horno de barro, el 'tandoori'), pero lo de ayer ya fue el no va más: el pollo no era propiamente tikka pero por ahí andaba, mejorándolo incluso; el cordero era una pierna entera, con su hueso y todo, que literalmente se deshacía. Como siempre, todo ello acompañado del naan, el pan cocinado también en el tandoori, al que tenemos gran afición y sin el cual Mónica no puede contemplar una comida en la India.

A decir verdad, durante estos días no nos hemos privado demasiado y nos hemos alimentado muy correctamente, particularmente en esta última etapa en Delhi. Fuimos casi de rebote al muy reconocido Karim's, un restaurante sencillo que parece un fast food donde también tocan muy bien esto de los pinchos, el cordero y el pollo. Es todo él muy musulmán y está junto a la mezquita de Jama, que acabábamos de visitar. Nos encantó.

También el último día, intentando encontrar un hotel con piscina en cuya terraza podernos colar, acabamos comiendo en el chino del Hotel Hyatt Regency, que sin llegar a ser tan memoreibol estuvo también muy bien. Nos faltó valor para saltar a la piscina saltándonos el cordón de seguridad.

Total, que me va a tocar dormir en el avión, porque aquí no hay manera. Escribo, dicho sea de paso, desde el hotel The Pearl, que bien podría llamarse Hotel Boutique International VIP Star De Luxe Grand The Pearl, tal como os comentaba el otro día. Aquí hemos pasado nuestras cinco noches en Delhi, en el famoso barrio de Paharganj...y ello a pesar de que hice todo lo que en mi mano estuvo para que nos alojáramos en otro barrio. Pero no hubo manera: nuestra realidad logística y presupuestaria se impuso y acabamos aquí. El problema radica principalmente en que las distancias en esta ciudad son una locura, pudiendo perfectamente llegar a los 15 kilómetros, cuando no más. Viven aquí casi 17 millones de seres humanos, si no ando equivocado. Ello se puede traducir fácilmente en desplazamientos de una hora y media. Hallándose Paharganj bastante céntrico y estando infestado de hoteles (hay manzanas enteras en que todos los edificios son hoteles) de gama media-baja, acaba resultando un buen lugar para quedarse. Aunque con el desayuno sirvan Tang de naranja (y así lo anuncien), el The Pearl ha sido un gran descubrimiento y afortunadamente no tiene nada que ver con algunos de los cuchitriles en que me alojé en la calle Main Bazaar allá por el año 2006.

Pero empecemos por el principio...
La decisión de ir de Delhi a Rishikesh en taxi fue acertada, puesto que resultó bastante cómodo y relajado; nuestro conductor iba mucho más tranquilo que el autobusero estándar.
En realidad no fuimos directamente a Rishikesh sino que decidimos quedarnos una noche (que al final fueron dos) en Haridwar, a algo menos de una hora de Rishikesh. Haridwar es una ciudad de 200.000 habitantes (a efectos indios, un pueblecito), mientras que en Rishikesh hay unos 100.000. Si R es famosa por el yoga, los ashrams, la meditación, la tranquilidad y la famosa visita de los Beatles, H es mucho más importante para los hinduistas, porque hay un templo muy importante y es un lugar de peregrinación habitual; sin ir más lejos, Haridwar es una de las cuatro ciudades donde se celebra el Kumb Mehla, que creo que es la celebración más multitudinaria del hinduismo y a la que una vez me estuve planteando asistir.
Hay en Haridwar una ceremonia preciosa que se lleva a cabo cada día en uno de los ghats (escaleras que dan al Ganges), con cánticos, antorchas, fieles muy implicados, velitas flotando sobre el río...una preciosidad. La cosa está un poco demasiado comercializada y -como nos dijo un señor del estado de Punjab- "This is 90% business". Hay un montón de sacerdotes o de supuestos sacerdotes que se te presentan para ayudarte a asistir a la ceremonia, descalzarte, recitar las palabras sagradas y hacer la ofrenda en forma de vela y florecillas flotantes. Casi al final del proceso hay una "donation", que en principio es "la voluntad", pero que en muchos casos se ve acompañada de una cierta presión para que dones cantidades elevadas. Esa donación es supuestamente para que tus seres queridos sean muy felices (va por ustedes); lo que no queda muy claro es adónde va ese dinero. Ellos te presentan la donación como una aportación a una causa elevada (¿un templo?) para la cual ellos solo son el vehículo, pero uno sospecha que el único vehículo es el que ellos se van a comprar con tu dinero. Hay una clara competencia por el turista y no se hace demasiado agradable.

Menos agradable todavía nos resultó la visita al templo de Chandi Devi, que está sobre una colina con espléndidas vistas sobre Haridwar. Subimos a pie en un paseo agradable de media horita y esquivamos las continuas peticiones de dinero sin despeinarnos. En cambio, al entrar al templo, fuimos sometidos a un rotundo saqueo por parte de los "sacerdotes" del templo, que nos presionaban en grupo, nos insistían en hacer donaciones importantes, nos decían que ellos eran "priests" y que ésta era la capillita principal (la 1 era la principal, la 2 era la principal...y así hasta 5). Todo ello metiéndonos prisa.
Tardamos bastante en reaccionar y plantarnos, así que nos sacaron unos cuantos billetes de cien rupias. Nos pillaron un poco verdes. Yo me pude defender un poco mejor porque llevaba varios billetes de 50, pero aún así pecamos de pardillos. He estado en bastantes templos en la India y Nepal y no recuerdo nada así. No fue hasta la última capilla (que también era la más importante) donde les mandamos definitivamente a paseo.
El fruto de la sangría fueron unos 12€, que me gustaría pensar que al menos se dedicarán al mantenimiento del templo o -aún mejor- a limpiar sus alrededores. El templo en sí tampoco era nada del otro mundo (muchos templos hinduistas, a mi humilde parescer, no lo son).

Afortunadamente escenas como las de Haridwar son la excepción, tal como pudimos comprobar un par de días más tarde en Rishikesh, donde asistimos a una ceremonia junto al río sin pagar una piastra. Otra cosa es que siempre haya alguien -habitualmente niños- dispuesto a venderte flores con velita flotantes para que hagas tu ofrenda al río.

En Haridwar pasamos dos noches en el hotel The Haveli Hari Ganga, que nos pareció espectacular. Se trata de una antigua casa en pleno centro de la parte más bonita de la ciudad, junto al río y con un ghat privado sobre el mismo Ganges. Un auténtico palacio decorado con muchísimo gusto, luminoso, con música en directo cada tarde, una especie de ceremonia religiosa cada mañana, clases de yoga y un centro de masajes que aprovechamos los tres la única tarde que pasamos allí (muy buenos masajes ayurvédicos). Los sesenta eurípides que pagamos por habitación son dinero, pero el equivalente en Europa nos hubiese costado varias veces más.
Estar en un oasis así siempre es agradable, pero lo es particularmente en este país, donde la alternativa habitual son cuchitriles cutres y algo sucios.

Y es que aquí el dinero cunde bastantemente, tal como os decía. Ello fue particularmente cierto en esa zona montañosa donde pasamos cinco días justo antes de venir a Delhi, en el estado de Uttarkhand. Tanto en Haridwar como en Rishikesh todo es de lo más baratito que hemos visto. A menudo comíamos los tres bastante bien por unos 6 euros. Y eso que no íbamos a sitios realmente locales. En una ocasión, sin llegar a hacer una comida completa, pagamos 212 rupias (2,5€), por todo esto: un thali (arroz, tres platitos vegetales y pan 'chapati'), dos chapati adicionales, dos sándwiches refritos con salsa de plátano, dos coca-colas de 750ml, dos paquetitos de galletas, dos bolsas de patatas grandes, dos tés negros. Era un sencillo restaurantillo junto al templo de Neelkantha Mahadev, un lugar más visitado por peregrinos/turistas indios que por extranjeros.

La subida al mencionado templo fue la primera de las dos excursiones que hicimos en Rishikesh y que ocuparon nuestras mañanas y mediodías. Fueron unas tres horitas de caminata, con bastante subida, por un senderito bosquil asfaltado. Lo mejor quizás fueron las vistas de Rishikesh y del Ganges.
La segunda caminata fue a una cascada la mar de resultona que según el GPS de Germán está a 7km de Rishikesh. En este segundo paseo resultó curioso ver, en la otra orilla del río, los muchos ashrams (centros espirituales, retiros), que al parecer se ven frecuentados por indianos y extranjeros. Meterse en un ashram no debe ser ninguna broma y las estancias allí se miden habitualmente más en meses que en días. Se podía ver en los ashrams las tiendas de campaña donde la gente duerme, se les podía ver acercándose al río, se oían a menudo cánticos u oraciones...todo ello contrastaba un poco con las barcas hinchables que, a escasos metros de allí, bajaban por el río haciendo rafting. Aparte de perros sin dueño -una constante en la India-, en la zona de Rishikesh/Haridwar había también mucho mono suelto (y en Varanasi, ahora que lo pienso).

En Rishikesh estuvimos muy bien porque es un lugar bonito, rodeado de montañas, bastante limpio y tranquilo: en la India el mero hecho de no oír continuamente el mec-mec-mic-mic-nino-nino-nino de los coches, motos y camiones es ya casi un milagro. El Ganges está allí muy limpio y adopta preciosos tonos azules, que se tornan verdes cuando se ven las montañas de fondo.
Montañas que no son los picos altos de los Himalayas, que quedan un poco más al norte y que podríamos haber visto haciendo varias horas de carretera o subiendo a alguna montaña elevada cerca de Rishikesh, en un día despejado.

Y de Rishikesh a la capital, Delhi, donde como os decía estamos agotando nuestras últimas horas de viaje. El trayecto lo volvimos a hacer en taxi. Unos días antes, saliendo de Delhi, habíamos visto cómo se las gastan los indios cuando se trata de celebrar bodas. Estamos en plena época de casamientos indianos. Durante varios kilómetros vimos carpas y carpas y más carpas, todas ellas muy decoradas e iluminadas, con su música, sus bailes y sus artistas invitados...en una ocasión pudimos incluso ver al novio llegando a la boda a caballo acompañado de su familia, como aquí es de rigor para quien puede permitírselo. En Rishikesh también pudimos ver la comitiva de una boda avanzando por el centro del pueblo, dicho sea de refilón. Aquí no parece haber llegado todavía la moda de las bodas austeras y creo que la gente tira la casa por la ventana en la medida (o por encima) de sus posibilidades.

Otra cosa curiosa que vimos en el trayecto de Delhi a Haridwar fueron unos pequeños hornos donde un o dos seres humanos cocían ladrillos. Había junto a ellos grandes montones de materia prima y emanaban de allí enormes cantidades de humo. No daba la impresión de que en la última década hubiesen pasado por allí los inspectores de riesgos laborales ni los técnicos de sanidad, pero la imagen resultaba muy pintoresca y fotogénica, en la oscuridad de la noche.

Aquí la construcción debe estar muy a la orden del día, porque se ven ladrillos por todas partes y anuncios de cemento hasta en la sopa: en las calles, en la tele...e incluso en los vagones del metro de Delhi. No parecen anuncios para profesionales: aquí las cementeras compiten para que el ciudadano de a pie compre su cemento, como si vendiesen galletas para el desayuno. Y es que aquí la construcción de una casa, para muchos millones de personas, debe estar muy en la línea de Juan Palomo.

Seguiremos informando: falta un último escrito (también con fotos) a modo de conclusiones y reflexiones de hondo calado intelectual.

Comprobado: da igual que dure tres semanas; al final todo se acaba.

Abrazos,

Hugo

PD: tal como supe al día siguiente, no fui el único afectado por el empacho corderil


LAS AFOTOS:

1, 2, 4, 5: La ceremonia en el ghat de Haridwar,

3. Nuestros pieses en dicha ceremonia,

6. Auto-foto en un ciclo-rickshaw del hotel de Haridwar,

7 y 8. La comitiva de boda que nos encontramos en las calles de Rishikesh, con toda la familia del novio (creo yo) bailando muy feliz,

9 y 10. En Rishikesh, junto al Ganges, búsquense las siete diferencias,

11. Mónica, Germán y un servidor, en un rickshaw o similar,

12. La cataratita cerca de Rishikesh,

13. Le pont de Rishikesh, paisaje muy bonico.


























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