20 diciembre 2006

Com Benares no hi ha res (nada como Varanasi...o casi)


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¡Hola a tod@s!
Sirvan estas bonitas rimas del título para iniciar el relato de lo que han sido las dos últimas semanas después de mi regreso a Katmandú desde las montañas.

Como os decía, Katmandú está bien y uno podría pasar semanas allí sin hacer gran cosa. No es una ciudad bonita y el tráfico y la contaminación no hacen agradable pasear demasiado, pero para los viajeros que vienen de ciertas zonas de Asia o de las propias montañas supone un auténtico oasis: se puede comer buena cocina occidental, salir de copas, todo ello a buen precio y en un entorno muy multicultural, casi hippioso. Además, no está prohibido hacer algo de turismo cultural en el valle de Katmandú y visitar los templos, fundamentalmente hinduistas y budistas, de la zona. Algunos valen realmente la pena, aunque se echa de menos que las autoridades locales no se gasten el dinero de la entrada en mantenerlos un poco mejor.

La visita a Pashupatinath –donde pudimos ver cómo se llevaban a cabo las cremaciones- y a Bhaktapur, fueron las más interesantes. Tampoco estuvo mal nuestro retorno del templo de Nagarkot, que está sobre una colina, a Katmandú, subidos en el techo de un autobús porque la parte de abajo estaba llena. En Katmandú también estuvo bien ver va Stupa (templo budista) de Bodhnath. Siempre resultan muy bonitas: son habitualmente edificios circulares, muy blancos, en cuya parte superior ondean banderolas multicolores budistas. A lo largo de toda la base están las clásicas ruedas que se hacen girar manualmente en el sentido del reloj para que vayan rezando “de gratis”.

El resto del tiempo en Katmandú se me iba cenando o tomando alguna copa con la gente de varios países que había conocido en el Himalaya y decidiendo/contratando mi próximo destino.

Me quedaban unos diez días antes de volver a casa por Navidad y no quería pasarlos en Katmandú. Mi primera opción fue el Tibet, descartada por el mucho tiempo que toma ir allí por carretera y lo caro que resulta ir en avión. Aunque cada vez resulta más parte de China y queda poco del Tibet tradicional, creo que aún resultaría interesante verlo.

Descartado Tibet, decidí contratar mi vuelo de vuelta a Barcelona desde la India y visitar Benares (Varanasi) y Delhi. Benares es una ciudad sagrada del hinduismo y muchos peregrinos van alli a bañarse en el Ganges, en particular si están a punto de morir (si es que lo saben), para poder ser quemados junto al río.

Para poder conseguir el visado para la India en Katmandú todo son facilidades: sólo hay que ir tres veces a la Embajada India, hacer cuatro colas y, en total, dedicarle al asunto no menos de 8-10 horas.

Benarés me encantó porque toda la parte cercana al Ganges ‘respira’ espiritualidad. Es apasionante pasear en barca por el río o caminar por los ghats (los ´muelles´o terrazas, con escalones, que van a parar al río), en particular al amanecer, cuando la ciudad se despierta poco a poco y sus primeros habitantes se acercan al río para lavarse o hacer sus abuciones mientras todavía humean las hogueras de las últimas cremaciones de la noche anterior. Otros van al Ganges a lavar a sus búfalos, a rezar, a llevar a cabo algún cántico religioso, a lavar ropa o a intentar venderle algo a los turistas (en particular a aquellos que no son tan rancios como yo). Las cremaciones, con su intrínseca dosis de morbo y curiosidad, son sin duda de lo más interesante de Benares: se llevan a cabo casi las 24 horas, junto al río, en grandes hogueras rodeadas por los familiares más cercanos y el personal que se asegura de que el fuego vaya tirando. Todo resulta muy explícito y visible y la zona está siempre llena de gente, muchos hindues, que se acercan a las cremaciones como quien va a Plaça Catalunya a ver las palomas (que, por desgracia, son inmortales). El ambiente es de una gran calma, a pesar de que muchos de los presentes han perdido al familiar en las últimas 3-6 horas. En general, parece que la muerte se asume con naturalidad.

Tras dos días en Benares con una chica irlandesa y dos chicos de Hong Kong, fuimos secuestrados por Anil, un médico de la ciudad que la irlandesa –Claire- había conocido en un tren. Uso la palabra “secuestrados” porque fue la muestra de hospitalidad más impresionante que he visto nunca: nos llevó a su casa, a visitar templos, a su club, a visitar sun fundación, a ver a su madre, a ver el fuerte de Benares (como podéis ver en la foto, “el fuerte de Benares” no soy yo), todo ello con su séquito de empleados. Fue una experiencia fantástica que nos permitió ver la ciudad de otra manera. Nos llevó también a la impresionante Benares Hindu University, con sus 5 kilómetros cuadrados de campus. Todo ello fue fantástico pero agotador, sólo posible porque pospuso dos operaciones al día siguiente (qué tío, qué país). Su último “detalle” me llegó al hotel donde me alojaba, el día de mi partida de Benares, mediante un miembro de su corte, que me despertó a las 8 de la mañana. Se trata de una espléndida y maravillosa placa, recuerdo de la Benares University, del peso y tamaño de un libro tipo “París en 200 fotos”, justo lo que necesitaba en mi mochila para poder proseguir el viaje.

Es difícil explicar el ambiente que uno se encuentra en la India, la locura del tráfico, los olores, las sensaciones. Yo había estado 6 ó 7 años antes, pero volvió a sorprenderme. Hay escenas que se le quedan a uno grabadas en la mente, como las 300 ó 400 personas que, estiradas en el suelo de la Estación de Gorakhpur, esperaban que llegase la hora de tomar su tren y apenas dejaban un 10% del suelo disponible para llegar a las taquillas a comprar nuestro billete. Da la impresión de que, a diferencia de otros países, en la India la mayor parte de la gente no está mirando a EEUU y preguntándose “¿qué pensarán de nosotros?”. Aquí, directamente, van a su bola. El tráfico es un auténtico caos, no hay apenas semáforos ni policías, cada vehículo va siempre al límite y siempre gana el más fuerte (un camión es más fuerte que una bici, por ejemplo) o el más agresivo (todos lo son mucho). Hay mucho más respeto –aunque poco- por las vacas que campan a sus anchas por cualquier calle que por los peatones, que están siempre al borde del atropello. Cuesta imaginarse una vaca durmiendo enmedio de la Diagonal o en la Castellana: en las principales avenidas de la India se ve esto y escenas aún más surrealistas con la participación de vacas, perros, mendigos, vendedores ambulantes con sus carritos, vehículos en contra-dirección, peatones suicidas, incluso elefantes si uno tiene suerte. A pesar de todo, la gente sabe conducir en estas condiciones y todo suele fuir con admirable rapidez.

Tuve mono de robar un rickshaw (triciclo a motor) varias veces y ponerme a conducirlo, pero afortunadamente supe controlar mis ansias.

Resulta también interesante el uso de la bocina. La gente lleva grandes pegatinas de “blow horn” (toca el claxon) en la parte trasera de sus vehículos, un concepto totalmente opuesto al castizo “no me toques el pito que me irrito” que tan bien expresa lo que aquí sentimos por el uso de la bocina. Algunos conductores de rickshaw pueden tocar más la bocina en cinco minutos que un europeo en cinco años. No exagero.

La foto que ilustra este artículo corresponde a Benares, justo al salir de darme un chapuzon en las putrefactas, malolientes pero sagradas y benefactoras aguas del Ganges (dicen que basta con creer que sólo te van a pasar cosas buenas por bañarte en el Ganges para salir indemne, y yo lo creo a pies juntillas, claro). Han pasado ya unos días y aquí sigo. A pesar de no ser hinduista, fue una sensación muy especial.

De Delhi no hay mucho que contar: es otro gran caos rodeado de algunos oasis de tranquilidad donde es posible sentarse en la hierba a leer, charlar, dormir o ver a la gente pasar. Los bazares resultan interesantes: hay muchos y se encuentran productos de toda la India. Hay también un fuerte y otras visitas interesantes. En Delhi, además, se ve claramente el extremo contraste entre pobres y ricos: hay zonas como Connaught Place donde sólo la gente de dinero puede permitirse comprar o comer, mientras en la calle abundan algunos de los mendigos más miserables que se puedan imaginar.

La India urbana, la que fundamentalmente conozco, es un lugar muy interesante para viajar, pero no sé si viviría allí mucho tiempo, pudiendo evitarlo. Uno necesita más tranquilidad y un poco de aire puro.

NOTA: aunque sin duda lo más cómodo y práctico hubiera sido afeitarme cada día, he cultivado durante estas últimas semanas una preciosa barba que me hace aún más interesante y que voy a presentar en sociedad estos días en las comidas familiares.

Por otra parte, decir que voy a hacer una presentación de Power Point con las mejores fotos del viaje a Nepal + India, porque esta vez sí he traído una cámara buena y he hecho algunas fotos bonitas.
Si queréis recibirla, sólo tenéis que decírmelo a hugobloch@hotmail.com y os la mando!!

Gracias a todos los que váis leyendo mi blog y a los que, de vez en cuando, me escribís unas líneas.

A finales de enero espero poder escribiros desde Sudamérica.

¡Felices Fiestas a todos! Un abrazo,

Hugo

08 diciembre 2006

Hem fet el cim (expedicion al Campamento Base del Everest)!

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Hola a tod@s!

Henos de nuevo en la caotica Katmandu -donde no tocar al claxon se considera de mala educacion-, regresados del Khumbu, la tierra de los sherpas, el Everest, los yaks o el mitico pueblo de Namche Bazaar, el ultimo lugar donde hay "casi de todo" camino de las altas cumbres.

Han sido dos semanas muy especiales en que, aparte de disfrutar de los paisajes y las gentes, teniamos dos metas en mente: llegar al Campamento Base del Everest y verlo (el Everest) desde Kala Pattar, una especie de mirador privilegiado a 5.545m de altura.

Me parece ofensivo suponer que alguno de vosotros no sabe que el Everest es la montanya mas alta del mundo con 8.848 metros (8.850 segun algunos), por lo que omitire cualquier comentario al respecto.

Un anuncio que puse en el tablon de anuncios del Kathmandu Guest House, mi hotel en la capital del reino nepali, me sirvio para fichar a Chris (EEUU) y a Sarah (Holanda), ambos de unos 30 anyos de edad. Posteriormente anyadimos al equipo a Pasang ("nuestro" porteador) y a Karsang ("nuestro" guia). Pasang aligeraba las mochilas de Chris y mia en unos 8-9 kilos (Sarah se sobraba y se bastaba con la suya). Karsang, el guia, nos ayudaba a planificar en que pueblucho y en que lodge ("albergue") dormir cada dia, que camino seguir, a que hora empezar la jornada, etc.

La zona del Khumbu (la region del Everest, simplificando) sigue siendo muy remota y la principal via de comunicacion son unos caminitos de piedras, cabras y yaks que no hacen mas de 1,50m de ancho y no paran de subir y bajar (esta fue la primera leccion: EN EL KHUMBU NO HAY CAMINOS PLANOS).

Como la mayoria, empezamos la ruta en Lukla (2.800m), adonde se llega desde Katmandu en algo muy parecido a un avion. Se trata de una especie de avionetas de helices para 15-20 pasajeros, las unicas –helicopteros aparte- que pueden aterrizar en la pista de Lukla. “Vamos a aterrizar alli??”, le pregunta un pasajero japones al piloto, cuando ve una pista de no mas de 100 metros, en medio de una montanya, en subida (en bajada para el despegue). El piloto, que no por tener la puerta de la cabina abierta entabla conversaciones con los pasajeros, va a la suya y aterriza como un campeon. Es muy espectacular porque hay que apurar y tocar tierra al inicio de la pista. Todos aplaudimos (yo no soy de los que aplauden cuando un piloto de Iberia aterriza en Barajas).

Desde los 2.800 metros de Lukla no hace falta ser Superman para llegar al Campamento Base del Everest o a Kala Pattar. Comparar Kala Pattar (5.545m) con coronar los 8.848m del Everest seria como comparar a Ricky Martin con el mitico Juan Luis Guerra. Para llegar a Kala Pattar solo hace falta un poco de salud, suerte con el “mal de altura” (primera causa de abandono), ganas y una minima resistencia al frio. Para subir al Everest hay que ser un superhombre, estar muy loco y tener mas moral que el alcoyano. Debido, principalmente, al primer factor, decidimos renunciar a subir al Everest.

Unos 8-9 dias nos separaban, desde Lukla, del Campamento Base del Everest y de Kala Pattar, el famoso mirador frente al Everest desde donde esta tomada la foto que ilustra este articulo (abajo hay mas fotos). Casi 2.800m de desnivel que habia que hacer poco a poco, porque el cuerpo humano se adapta con dificultad a variaciones de mas de 400 metros de altura por dia.

Los dias van mas o menos asi: suena el despertador, son las ocho, estamos en una habitacion toda de madera que solo tiene dos camas, una ventana y mucho frio (el lavabo esta lejos de la habitacion). Ni una pestanya asoma del saco de Chris, que esta en la cama junto a la mia. Salir del saco es algo traumatico porque no hay termino medio: dentro se esta muy calentito, fuera hace un frio considerable (cuanta mas altura, mas frio). Pasan 15 minutos, le digo que nos esperan para desayunar. Sale un brazo de su saco de dormir, coge la ropa y la arrastra dentro del saco. Chris se viste sin salir del saco. En cualquier caso, no es una operacion compleja: la diferencia entre “ropa de dia” y “ropa de noche / pijama” es mas bien escasa. Desde que descubrimos que el concepto local de una HOT SHOWER consiste habitualmente en un cubo de agua caliente con un cazo en una habitacion a -5 C, nos duchamos de uvas a peras (hoy no, manyana tampoco, el otro tampoco, el otro si). Desayunamos cereales, pancakes, incluso una sopita, siempre algo caliente acompanyado de un MILK TEA, tambien caliente.
La ventaja de haber venido a finales de noviembre es que hay pocos turistas. La desventaja es que hay pocos turistas porque hace frio.


Despues del desayuno pagamos la cuenta del lodge y emprendemos nuestro camino. Cada dia andamos de 3 a 6 horas por los caminos de cabras del Khumbu: que si ahora sube, que si ahora baja, adelantamos a un rebanyo de yaks que llevan su carga a tres dias de camino, nos cruzamos con varios porteadores que llevan –algunos- mas de 50kg a la espalda. Paramos en una fuente para llenar nuestra botella de agua y le anyadimos las pastillas potabilizadoras (hasta dentro de 30 minutos no podremos beber). Las subidas machacan un poco la moral y vamos notando la mengua de oxigeno a medida que subimos (nunca habia usado la palabra mengua anteriormente). Chris toma pastillas para el mal de altura desde el primer dia y aun asi tiene dolor de cabeza: cada 1-2 dias evacuan a algun ‘turista’ a los hospitales de Katmandu por pasarse de listo con el mal de altura y no hacer caso a los primeros sintomas…2.000 dolares del ala (hasta que no pagas no viene el helicoptero). Sarah y yo tenemos mas suerte. Bastante gente tiene que desistir y dar media vuelta porque no se adapta. Paramos a comer algo: hay mas variedad de la que esperaba aunque, dadas las diversas calidades de la comida, solemos comer solo DAAL BAHT (arroz con verduritas y sopa de lentejas, el plato local), sopas y arroces varios y los MOMOS (empanadillas de verduras, a veces con carne), siempre con alguna bebida caliente. Aunque hace frio, el sol, la ropa y el ejercicio fisico hacen que los dias sean agradables. Volvemos a ponernos en ruta. Toca salir de nuevo. El paisaje es siempre espectacular: montanyas negras o nevadas nos rodean, atravesamos pueblos minusculos saludando (namaste, namaste) a todo el mundo. Viven relativamente aislados pero estan muy acostumbrados a los caminantes extranjeros. Cuanto mas arriba y mas aislados, mas majos son. Ahora toca una hora seguida de escalones de piedra que suben mas que las escaleras mecanicas de un centro commercial.


Baja otro rebanyo de yaks; nos ponemos del lado interior de la montanya para que no nos tiren abajo. Los yaks no son el animal mas listo del mundo: sin duda son mas espabilados que el nyu africano, pero son mucho mas tontos que el gato de mi madre. Cada pocos escalones hay que pararse porque uno se queda sin aliento (cada vez hay menos oxigeno en el aire…y se nota). Pasang no tiene ningun problema con los 20kg que lleva a sus espaldas: los porteadores son una raza aparte. Llegamos a nuestro destino: ni siquiera son las 14h. Entramos en el lodge y nos dan una habitacion (50 rupias, unos 50 centimos de euro por noche); la cena cuesta 200-300 rupias, una ‘hot shower’ 100-150. Vamos todos al comedor del lodge a pasar las 6-7 horas que faltan antes de irnos a dormer. A las 17-18h por fin encienden la estufa: nos sentamos todos a su alrededor porque empieza a hacer frio. La madera es cara y su uso esta muy limitado: el principal combustible de las estufas son los excrementos de yak desecados. Pasan las horas: leemos, escribimos, pero hay poca luz; lo mas agradable es hablar con los otros trekkers (caminantes). Australianos, ingleses, alemanes…a algunos ya les conocemos de otros dias y ya somos “amiguetes”. Se habla mucho de lo que haremos los proximos dias, del mal de altura y las pastillas para combatirlo. Karsang –nuestro guia- contesta con modestia a nuestras preguntas sobre sus expediciones al Everest y como no pudo pasar de 8.500m debido al mal tiempo. Tambien hablamos mucho de los filetes que nos comeremos al volver a Katmandu. Seguimos junto a la estufa hasta que nos echan a las 20.30h. La habitacion estara muy fria y no hay muchas ganas de irse a dormir, a pesar del cansancio. Pido que me llenen la botella de un litro con agua caliente para ponerla en el saco de dormir, junto a mis pies. Me cobran 100 rupias por un litro de agua caliente (el doble que por la habitacion): aqui lo que va caro son las calorias. Nos cepillamos los dientes y nos aseguramos de tener claro el camino al lavabo por si hay que ir durante la noche (hay que ir): a menudo no hay luz y suele estar fuera, cruzando un patio. Por suerte todos tenemos nuestras linternitas de minero con su lucecita en la cabeza. Despues de usar el lavabo hay que tirar un poco de agua con un cazo, pero por la noche suele estar congelada –al menos la parte superior-. No hay casi nada peor que tener que salir a media noche del saco de dormir, cruzar el patio e ir al lavabo. Son siempre noches bajo cero. Dormimos con gorrito, porque la mayor parte del calor se escapa por la cabeza. A medida que subimos va haciendo mas frio. Estamos cansados pero el dia ha valido la pena: los paisajes montanyosos son idilicos, la gente de los pueblos es muy agradable, hemos conocido a gente nueva y estamos un dia mas cerca del EVEREST. Solo esperamos no despertarnos con mal de altura al dia siguiente para asi poder seguir nuestro camino. Asi acaba nuestro dia.

Cuando, por fin, alcanzamos la cima de Kala Pattar (5.545m), es un dia claro. El Everest esta, majestuoso, frente a nosotros. No es la montanya mas bonita, ni la mas espectacular, pero es el fragmento de tierra mas alto del mundo y esta justo delante nuestro. Estamos muy contentos y no paramos de hacer fotos. Subimos al punto mas alto de la montanya de Kala Pattar, una especie de penyasco que sobresale y que azota el viento. Vamos con cuidado. Nos sentimos como si hubieramos hecho algo grande. Nos hacemos unas fotos, esta vez con las banderolas budistas multicolores que que decoran la cima de la montanya. Esperamos la impresionante puesta de sol sobre el Everest. Toca bajar antes de que anochezca del todo: manyana toca ir al Campamento Base, unas cuatro horas entre ida y vuelta, cruzando zonas de roca y tierra que azota un viento gelido, entre glaciares. Manyana veremos que, efectivamente, desde el Campamento Base no se ve el propio Everest. Veremos montanyas nevadas, grandes explanadas desiertas, cruzaremos pueblecitos con cuatro casas, saludaremos a padres y ninyos que viven a tres dias del pueblo con electricidad mas cercano, adelantaremos a porteadores que llevan a sus espaldas 70kg de troncos, veremos la luna sobre el Everest.

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Algunas fotos del trekking camino del Everest (1 de 2)


El japones no se cree que vayamos a aterrizar en la
"mini-pista-en-subida" de Lukla

El mercado de los sabados en la capital sherpa de Namche Bazaar
(todo traido por los porteadores en varios dias de camino)


Karsang (guia), un servidor, Sarah, Chris y Pasang (porteador) con una de las primeras vistas sobre el Everest

Notas en uno de los lodges (el "mal de altura" es la principal preocupacion)


Nuestra habitacion tipo en los lodges (dos camas y una ventana)


Algunas fotos del trekking camino del Everest (2 de 2)


Encaramado a la punta de Kala Pattar
(un poco acollonido por el viento)


Foto de equipo en el Campamento Base del Everest


Con el Everest (centro) y el Nuptse (derecha) detras, al

atardecer. El Everest es mucho mas alto, pero esta mas lejos.


Una especie de lago helado junto al Campamento Base



Pasang (nuestro porteador), nos hizo una tipica ofrenda









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