28 noviembre 2013

Más Kolkata, la playa de Mandarmoni y hete aquí que nos vamos pa las montañas

Germán sigue haciendo fotos, así que me toca seguir escribiendo.

Si tuviese que inventar un sistema para favorecer a los más privilegiados de mi pueblo creo que empezaría copiando el sistema de castas hinduista: no se me ocurre una fórmula mejor para que los más desfavorecidos acepten su papel con absoluta resignación y se porten bien buscando una próxima reencarnación más benévola. Es perfecto.
Ello es aún más cierto si uno nace hombre, lo cual puede contribuir a explicar por qué faltan al menos 30 millones de mujeres indias en este país.

La gente que nos atiende está contenta con nosotros porque les tratamos mejor que sus paisanos (que a veces ni siquiera consideran la posibilidad de dedicarles un 'please' o un 'thank you'). A algunos les choca un poco que seamos tan majetes, porque les han educado para considerar a los extranjeros como si perteneciesen a una casta superior. Alguna vez contestamos a sus 'Good morning Sir' con otro 'Good morning Sir', lo cual se supone que no toca y aún les desconcierta más. A mi también me desconcierta que me llamen Sir, dicho sea de paso; es un serio aviso de que antes o después me van a acabar llamando Lord Bloch.

Aunque al principio pueda incomodarnos, lo cierto es que con el paso de los días tantas atenciones y servilismos nos hacen sentir importantes y acaban acrecentando nuestro ego, de forma que cada mañana hacemos mil flexiones en ayunas para compensar.

Tanta gente servicial/servil y la caza de propinas que a veces tan nobles sentimientos llevan asociados provocan a menudo efectos contrarios a los deseados, porque a veces uno prefiere no tener al camarero rondando alrededor de la mesa para servirle más arroz, que no le llamen a la habitación a las 8 de la mañana para decirle que ya está abajo el taxi que ha pedido para las 9 o que no vengan a media tarde a la habitación de uno -que se está duchando- para desearle buenas tardes, dejarle dos caramelos de toffee y preguntarle si quiere una botella de agua.
Algo parecido nos sucedió en el complejo de bungalows Eco Villa de la localidad playera de Mandarmoni, donde se me ocurrió la brillante idea de darle una propina a uno de los vigilantes. Esa misma noche descubrimos que ese vigilante era el mismo que hacía la ronda nocturna a partir de las 12h haciendo sonar un silbato, actividad que reforzó alrededor de nuestro bungalow en agradecimiento por nuestra contribución durante toda la madrugada. Todavía no sabemos si tocaba el silbato para ahuyentar a los cacos, a los perros o a los malos espíritus, pero sí sabemos que llevaba a cabo su tarea con gran diligencia.

Entre las costumbres más simpáticas de los indios están algunas joyas como saltarse las colas a la torera, anunciar los precios de las cosas acabando con la palabra 'only' o balancear grácilmente la cabeza como quien dice no al tiempo que se abren y cierran los ojos, lo cual mayormente significa 'sí', pero que en ocasiones puede significar 'no', 'lo que usted diga' o algo tipo 'no sé qué contestarle, la noche me confunde, permítame que balancee la cabeza para ganar tiempo'. Otra de sus celebérrimas aficiones es jugar al cricket, un deporte absolutamente apasionante que se suele resolver en apenas 5 ó 6 horas de vibrante acción: en la tele siempre hay cricket y en cualquier espacio plano y diáfano de más de 200m2 siempre hay algunos niños o no tan niños jugando; en un parque enorme de Calcuta, una mañana de domingo, vimos miles de personas jugando. Miles.

Dicho esto -y con independencia de que jueguen a cricket- quisiera insistir en que la gente es casi siempre muy amable sin esperar nada a cambio (por lo menos en su presente reencarnación). Otra cosa es que hablen inglés pues, a diferencia de lo que a menudo se pueda pensar, en este país de herencia británica mucha gente no sabe más que un 'good morning' o un 'goodbye'. Muchos millones de personas hablan únicamente hindi u otra de las muchas lenguas que se usan por aquí. Lo más habitual y lo que promueve la Normalització Lingüística que aquí profesan es una especie de mescolanza entre el hindi y el inglés. No es extraño que, de repente, alguien que nos está hablando en inglés cuele inadvertidamente en la conversación algunas palabras en su idioma, para nuestro desconcierto.

Kolkata nos ha gustado y hemos pasado allí unos días muy agradables; es justo reconocer que el "sentirse en casa" ha tenido algo que ver con el acceso a algunas comodidades occidentales, con un tráfico menos caótico o con una ciudad significativamente más limpia.

La escapada de dos días a las playas de Mandarmoni, al suroeste de Calcuta, también ha sido un gran hit, sobre todo cuando supe que el Ganges desembocaba en Bangladesh, a bastantes kilómetros de aquí. No eran las de Mandarmoni las aguas marítimas más limpias que hayamos visto nunca, pero no olían mal, lo cual es mucho. Dice mi guía de viajes que los niveles de toxicidad del Ganges están aproximadamente 3.000 veces por encima de lo que se consideraría salubre en el mundo occidental, lo cual os da una idea de lo limpia que está el agua de vuestros retretes antes incluso de tirar de la cadena. El escaso acceso a agua potable y/o limpia es lógicamente uno de los principales problemas de este poblado país, pues pocas son las ciudades con plantas potabilizadoras de qualité. Hay por doquier agua sucia, agua estancada o agua sucia y estancada, cuando no hay simple y llanamente carestía de agua. De camino a Mandarmoni, saliendo de una ciudad de 15 millones de habitantes, vimos los paisajes más verdes, húmedos y limpios que hasta entonces hubiésemos encontrado, como se corresponde con el clima tropical de gran parte del estado de West Bengal. La gente parecía mejor alimentada, más feliz y con más espacio para campar a sus anchas y estar en contacto con la naturaleza. Y es que la vida en una gran urbe pobre debe ser extremadamente dura para millones de personas.

Volviendo a Mandarmoni, hay que señalar que nuestros dos días en la costa estuvieron muy bien. Digan lo que digan, los indios no son gente de playa; son de río de toda la vida, como la trucha. Vimos a alguna gente bañándose en Mandarmoni, pero eran una minoría. Según nos dijeron, estamos al inicio de la temporada turística, aunque en muchos lugares no había apenas nadie. A lo largo de varios cientos de metros de playa, quizás uno o dos kilómetros, se alineaban bastantes 'resorts', muchos de ellos totalmente vacíos. Lo mismo sucedía con un montón de chiringuitos que estaban sobre la misma playa. Comimos en sendos de esos enormes complejos sin ninguna otra presencia de clientes, lo cual en uno de los casos implicó que hubiera diez o doce personas a nuestro servicio. En otro de esos lugares, el Sana Beach, el gerente (I am the Manager) se deshizo en atenciones hacia nosotros y a duras penas conseguimos evitar que nos diera un completo tour por sus instalaciones. Tal como dijo Germán, uno tenía la sensación de estar en un parque de atracciones abandonado.

Sabed que en Calcuta no hicimos nada relacionado con la Madre Teresa, puesto que quedaba un poco lejos y nosotros comulgamos más con la visión más moderna de nuestro Papa Francisco.

Para vuestra próxima visita a Kolkata os recomiendo el Hotel Kempton, el restaurante Mocambo para cenar occidental, el Flurys para desayunar y el Oh Calcutta! para probar la cocina bengalí. Estos consejos caducan en 2015.

También os recomiendo que, si pensáis viajar a la India, llevéis siempre una rebequita a mano, puesto que -como he dicho otras veces- en muchos países la intensidad del aire acondicionado es directamente proporcional a la categoría del establecimiento y no guarda ninguna relación con la temperatura exterior.

Con el tipo de cambio a 84 rupias por euro y con las casas de cambio dispuestas a sacarse las rupias de encima a toda costa, es un momento ideal para visitar este fantástico país.

Ahora volamos de Kolkata a Delhi, donde supuestamente nos espera un taxi que nos tiene que llevar a Haridwar. Mañana a primera hora deberíamos estar en Rishikesh, en los pre-Himalayas, famoso por su Ganges, su espiritualidad y su visita de los Beatles, que allí compusieron muchas de las canciones de The White Album; lástima que no se quedasen allí a vivir.

Gracias por vuestro amable tiempo.

Namaste!

Hugo

LAS FOTOS SON:

1. Un mercado de flores en Kolkata,

2. Una zona cubierta de ese mismo mercado: no solo de flores vive el hombre,

3. Unos taxis cerca de nuestro hotel, en la calle Mirza Ghalib de Kolkata,

4. Transportista de hielo en el mismo mercado de antes,

5. Zona de carga y descarga junto al mercado,

6. Ghat junto al mercado...el río que pasa por Kolkata es muy British: se llama Hooghly,

7. Informándonos de autobuses para ir a Mandarmoni,

8. Chiringo-colmado sobre la bisba playa de Mandarmoni,

9 a 15, excepto la 11. Escenas playiles en Mandarmoni,

11. Cenando en una sala redonda muy sui géneris en un hotel: en ese momento teníamos toda la sala y a todo el personal para nosotros,

12. Cenando en un puesto de carretera muy moderno, entre Delhi y Haridwar.



































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