27 abril 2009

Dolce far niente: Taganga & Tayrona

. (mi habitación en Taganga, con su hamaca y sus vistas al mar blue)


Yes, my friends,

Podría pretender que estoy en plan mochilero aventurero, afrontando cada día grandes incomodidades y enormes desafíos en lugares inhóspitos, pero estaría siendo impreciso.

A día de hoy, creo que llevo aproximadamente una semana dedicado a la siempre grata tarea del dolce far niente.

Después de que se fuera Enrique, he estado la mitad del tiempo en Taganga y la otra mitad en el Parque Tayrona. Taganga, como todo el mundo sabe, es un pueblecito playero cercano a Santa Marta, en la costa caribeña de Colombia. Con el tiempo le he ido cogiendo el gustillo a este lugar: hace buen tiempo, el paisaje es bonito, hay un ambiente hippiosillo de buen rollete, somos relativamente pocos y al final uno va conociendo gente, se puede comer un buen plato de pescado o marisco por seis maravedíes...y uno tiene su habitación con su hamaca y todo a dos metros del mar por menos de lo que le costarían un bocadillo de calamares y un zumo de naranja en el aeropuerto del Prat. Además, por si fuera poco, uno descubre con el paso de los días que Taganga tiene más marcha de la que podría parecer. Si tuviera que buscarle un pero a Taganga, sería la omnipresente música que suena a toda máquina, por lo general en forma de reggaeton o vallenato.

Siendo tanta la tentación de quedarme aquí en plan sedentario se hace particularmente admirable que me fuese dos días al Parque de Tayrona, que como a nadie se le escapa es un parque natural selvático, donde uno duerme en una hamaca (ojo: sin mosquitera). Venir hasta aquí y no pasar por Tayrona hubiese sido imperdoneibol, asssín que, cuando Enrique se volvió, me decidí a adentrarme en el famoso parque.


(uno de los autobuses que le llevan a uno a las puertas del Parque
Tayrona: no sé si se aprecia la decoración)


En honor a la verdad, debo decir que tuve que retrasar un día la visita al parque para poder recuperarme de la última noche con Enrique, que pasamos de fiesta. Todo empezó cuando Little Harry vio unos cartelitos en Taganga que anunciaban una "Party Electronic", lo que en colombinglish vendría a ser una fiesta electrónica. Para no contrariar al pequeñín, accedimos a sus deseos, lo cual obviamente pasó por proveerle del ron con red bull que tanto le gusta.


Little Harry, feliz


Una vez bien entonados, nos fuimos los tres a una casa que habían alquilado unos europeos para seguir con el copeo, para más tarde trasladarnos al lugar donde tenía lugar la party electronic, que no era otro que una remota playa a la que hay que llegar en barca. La fiesta no estuvo mal, si exceptuamos la música, la bebida y la torcedura de tobillo de Enrique al bajarse de la barca.

Total, que acabamos a las 7h de la mañana, tres horas antes de que Enrique se tuviese que despertar para hacerse la maleta y volar hacia las españas vía Bogotá. Fue una noche bastante divertida...lástima que por aquél entonces no supiéramos que hay un sitio en Taganga que se llama el Garaje que no está nada mal...y que incluso en Santa Marta hay un sitio llamado La Puerta donde salir de copas. Esto lo descubrí ayer con un alemán y un argentino. Para acabar con las recomendaciones, añadiré a la lista los restaurantes Ben & Josep's en Santa Marta (buena carne), el restaurante del albergue Casa de Felipe (para cenar en Taganga) y, como hotel en Taganga, os sugeriré mi querido Casa Blanca, en la playa mismo.

Así pues, mi excursión al parque Tayrona fue un día después de lo previsto, una vez recuperado de la despedida de Enrique. Allí había medio quedado con el susodicho argentino -al que había conocido en Taganga-. La verdad es que los dos días en el Parque Tayrona estuvieron bien, pero tampoco fue el 'highlight' del viaje. Se trata de un fantástico parque natural, una selva con espectaculares playas vírgenes, todo él muy bien cuidado. Sucedió que, habiendo estado recientemente en la selva (Ciudad Perdida) quizás no valoré en su justa medida la belleza del parque. Por otra parte, resulta que en algunas de las mejores playas de Tayrona hay letreros del tipo "En esta playa han muerto ahogadas 200 personas: no seas parte de la estadística", lo cual acaba desanimándole a uno y hace que algunas de las mejores playas puedan ser objeto de contemplación, pero no de disfrute activo. También hay que decir que en Tayrona lo estándar es dormir en hamacas, pero con el inconveniente de que te las alquilan sin mosquitera, lo cual supone un auténtico suplicio por mucho spray antimosquitos que uno lleve encima.



(la zona de acampada con hamacas en Arrecifes, Parque Tayrona)


Por último, hay que reseñar que en la zona de Cabo San Juan -una de las playas más populares para bañarse sin ahogarse- hay mucha gente, lo cual desluce un poco la experiencia.

A pesar de estos peros, los dos días en Tayrona estuvieron muy bien: mucho relax, mucha playa y mucho hablar con el argentino -que para más señas es filósofo o al menos estudia la materia- de lo divino y de lo humano. No llegamos a ninguna conclusión sobre nada, pero estuvimos la mar de entretenidos.


(Arrecifes, en el Parque Tayrona: la playa que más me gustó,
pero donde uno no podía bañarse)


(Cabo San Juan: también la mar de apañada)


Una vez de vuelta en Taganga me he dedicado a comer, a charlar, a escuchar música o leer estirado sobre mi hamaca, a salir un poco de noche, a bañarme en la playa, hacer cuatro fotos y a otras actividades por el estilo. Muy estresante.


Taganga Beach from my Room at Sunset I, 2009


Taganga Beach from my Room at Sunset II, 2009


Ahora os escribo desde "la terminal" de Santa Marta (terminal de autobuses, se entiende), desde donde en media horita sale my bus hacia Valledupar. Aquí hace calor, pero esta mañana he tenido un gran disgusto cuando la gente de mi hotel me ha dicho que en Valledupar hará mucho más calor -véase 36 ó 37 grados- con el significativo agravante de que allí no hay playa. No sé quién puede tener moral para bailar vallenato día y noche con esas temperaturas, pero allí estaré para averiguarlo. Y yo sin pantalones cortos.

Estoy en la recta final de mi viaje puesto que, tras los tres días en Valledupar, sólo me quedará una breve escala en Bogotá antes de volver a bcn. A ver si antes de mi partida publico un bonito artículo con las canciones que suenan -incesantemente, a todas horas y a todo volumen- en este bonito país.

Pues nada, voy a ir tirando hacia el bus. A ver si me caben las piernas y se comportan con el aire acondicionado.

Besos y abrazos,

Hugo


PD: ah, por cierto: gracias a todos los que me habéis escrito para felicitarme el cumple. Los que no lo hayáis hecho, tranquilos: seguro que tampoco os felicité por el vuestro. Lo celebré cenando un buen filete y saliendo de fiesta la noche del sábado con el argentino y el alemán. 34...ya son más que los que celebró Nuestro Señor...

PD2: gracias también por los comentarios de Joaquín, Puli...históricos comentaristas de este modesto bloch


Comments:
hi hugues!!!

ya echaba de menos esas cronicas.. la verdad es que ademas gestionar historias familiares deberias dedicarte a escribir algun libro sobre tus experiencias.. veo que en este viaje te has dejado llevar un poco mas por el rollo playa y fiesta !!! se nota que ibas acompañado por little Harry !! disfruta de tus ultimos dias.. nos vemos en breve!
 
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