10 mayo 2007

Potosí: tres horas bajo tierra en la ciudad más alta del mundo

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Hola a todos!

Sí, sí, sí, estoy en Potosí.

Hoy cumplo una semana en Bolivia y desde mi último artículo he disfrutado de unos días realmente espectaculares.

Mis últimos días en Argentina fueron de maravilla: estuve en el norte del país, en las provincias de Salta y Jujuy, que sirven un poco de preparación a las tierras andinas bolivianas. Uno está cada vez a más altura sobre el nivel del mar y puede reconocer enseguida los rasgos andinos en la gente, ropas con mucho colorido, nuevas músicas, la costumbre de mascar hoja de coca, etc.

Lo más destacable de esos últimos días argentinos fue la espectacular naturaleza de la zona que rodea a Salta, en especial la carretera de tierra que va de Cafayate a Cachi, con paisajes multicolores a gran escala que parecen traídos de otro planeta.



La zona de la Quebrada de Cafayate también es realmente espectacular...y yo no soy de los que planean sus viajes en función de los atractivos naturales. La zona noroeste de Argentina es ya muy andina y está poco habitada, por lo que se pueden visitar pueblos totalmente desconectados de nuestro mundo moderno. La visita a Tilcara fue fantástica, pero aún fue mejor nuestra excursión a Iruya, un pueblecito que está a 60 km. de la carretera de asfalto, totalmente aíslado; desde Iruya hicimos un paseo de 5 horas a San Isidro, un pueblo aún más aíslado. De camino a Iruya, en nuestro coche alquilado, llevamos a una chica de un pueblo de la zona que nunca había estado en una ciudad, que no tenía televisión; su referente de "población grande" era el propio pueblo de Iruya, adonde iba 2-3 veces al año a vender empanadas cuando había una fiesta importante.

Y, como os decía, ya estoy en Bolivia!

El primer contacto con este país fue, como cabía esperar, todo un impacto. Cruzamos la frontera argentino-boliviana a pie, cambiamos algo de dinero y tomamos un taxi en dirección a la estación de trenes. El taxi no arrancaba ni a la de tres y, buscando la llave con la mirada, me di cuenta de que el taxista utilizaba, en lugar de la llave, un destornillador (!) para accionar el contacto. Fue una primera señal de lo que nos esperaba, aunque a día de hoy debo decir que afortunadamente no todo ha estado a este nivel.

Mi primer objetivo en Bolivia era la zona del Salar de Uyuni, adonde se accede desde la ciudad del mismo nombre. Hicimos una excursión de tres días en que estuvimos totalmente desconectados de todo. Visitamos el Salar de Uyuni, una de las maravillas de este continente: se trata de un desierto de sal de más de 12.000 km cuadrados (un área de más de 100 x 100 km), absolutamente blanco como puede imaginarse, un paisaje increíble.



Nos llevaron también a un cementerio de trenes, donde estaban abandonados algunos de los primeros trenes que tuvo Bolivia, un lugar realmente pintoresco que me encantó.



También vimos una planta de procesamiento de sal, interesante por lo precario del proceso, que en su mayoría era llevado a cabo manualmente por una chica de apenas 20 años. A partir de allí, fue una auténtica sobredosis de naturaleza de primer nivel: volcanes, lagos de distintos colores, unas aguas termales donde nos bañamos, géisers, montañas y conjuntos de rocas de formas sorprendentes...una auténtica maravilla. Gran parte de los atractivos están en un parque protegido llamado Eduardo Avaroa. Íbamos séis en un 4x4 con un guía local y dormíamos en sitios donde apenas había electricidad. Toda la zona está entre 3.000 y 5.000 metros sobre el nivel del mar y por las noches hacía bastante frío.

Una vez acabado el tour, me fui de Uyuni en dirección a Potosí, la que muchos consideran la ciudad más alta del mundo, a 4.090 metros sobre el nivel del mar.

Aunque en Potosí he estado ya casi tres días, toda mi estancia se podría reducir a la mañana de ayer, cuando viví una de las experiencias más impactantes de mi vida: la visita a las minas de Potosí.

Potosí está junto al llamado Cerro Rico, una montaña en cuyo seno se descubrieron, en tiempos de los españoles, grandes yacimientos de plata que convirtieron la ciudad en una de las más ricas del mundo (hay que decir que, antes de descubrirse la plata, el cerro probablemente no se llamaba Cerro Rico). De ahí la fama de Potosí y expresiones como "valer un potosí".

Desde entonces, el cerro se ha seguido explotando ininterrumpidamente y se han extraído plata y otros muchos minerales. Se cree que, desde que se empezó a explotar en el siglo XVI, han fallecido en las minas más de 8 millones de personas, entre indígenas y esclavos africanos! Hoy en día siguen muriendo bastantes mineros porque, por increíble que parezca, las condiciones de trabajo no son fundamentalmente distintas de las de hace más de 400 años, en particular todo lo que concierne a la seguridad (desplomes) y enfermedades respiratorias. La esperanza de vida de los mineros es de apenas 40 años.

Cuando, el lunes, firmé la cláusula que liberaba a la agencia de toda responsabilidad en nuestra visita a la mina, debo reconocer que me dió un poco de mal rollo...el texto asustaba, puesto que dejaba claro que había un riesgo y que íbamos a estar en zonas subterráneas activas, con mineros trabajando.

El "tour" superó incluso nuestras expectativas. Se trata de una visita que estaría absolutamente prohibida en cualquier país europeo y probablemente también en lugares como Kazakastan...y que probablemente no se pueda hacer en estas mismas condiciones en Bolivia durante mucho tiempo. Primero nos vistieron de mineros, con botas, ropas resistentes y el necesario casco con su lamparita: yo pensaba que este atuendo sería un poco exagerado, pero me equivocaba. Después visitamos el mercado minero, donde los mineros compran herramientas, dinamita, hojas de coca para aguantar el esfuerzo y tener menos hambre, alcohol de 96º (le llaman "alcohol potable") para trabajar un poco contentos, etc. Yo compré una carga de dinamita para regalarle a los mineros en nuestra visita, para que os hagáis una idea del nivel de control que hay aquí.

Después visitamos las plantas donde se procesan las piedras y se separa el mineral, aunque el plato fuerte estaba aún por llegar: la visita a la mina.

Nos llevaron desde allí a una de las mayores minas de la zona, la de Candelaria Baja, donde un ex-minero nos dio un paseo de casi tres horas bajo tierra. Fue una experiencia muy impactante y el grupo se vio reducido enseguida de 7 a 5 elementos porque a una chica le entró una mezcla de claustrofobia y dificultades respiratorias (hay muchos gases, hace calor y la mina está a más de 4.100m, por lo que hay poco oxígeno)...su novio se quedó con ella fuera de la mina. Todos los demás pasamos también nuestros momentillos, porque tuvimos que avanzar por túneles tan estrechos que teníamos que ir primero agachados, después a gatas y finalmente arrastrándonos.



Sudábamos bastante y costaba un poco respirar, por lo que parábamos a menudo. De vez en cuando nos teníamos que subir a las paredes de la mina para que pudiese pasar -empujado por dos o tres mineros- uno de los carritos que transportan la roca.



En un par de momentos pasamos, estirados, por túneles por donde apenas cabíamos: la barriga al suelo y la espalda rascando contra la roca. Lo peor era el mal rollo que da la precariedad de los sistemas de fijación de los "techos", que a menudo eran cuatro maderos aguantando unas piedras que a su vez sostenían la parte superior del túnel (ver la primera foto que ilustra este artículo). Algunos de los tramos tenían como soporte las piedras que se instalaron en época de los españoles, lo que en cierta medida no es una mala noticia, puesto que siguen ahí. Volver a ver la luz fue una gran alegría.

Si buscáis a alguien para compartir una visita a las minas de Potosí, no contéis conmigo: nunca máis!


Ya contaré algo más de Bolivia en un próximo artículo. De momento puedo deciros que mi estómago ya se ha acostumbrado a la hoja de coca, que la gente aquí masca todo el día y que ayuda a adaptarse a la altura y respirar mejor. Añado una pequeña muestra de lo avanzado del sistema educativo boliviano (podéis ver la manera correcta e inequívoca de representar una casa):
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Ahora espero seguir mi ruta por Sucre, La Paz, la zona de selva amazónica de Rurrenabaque, el Lago Titicaca...y de ahí a Perú. A la derecha, en la sección "Mi Ruta...", podéis ver tanto mi itinerario pasado como el que tengo previsto. Seguiré informando... y gracias por seguir leyéndome.

Abrazos!!

Hugo

Comments:
Waow. Te falta añadir un mp3 de Antonio Molina... Por cierto, me pido una postal del lago Titicaca, desde pequeño siempre me ha gustado (supongo que por el nombre). Hoakeen.
 
Joki,
Cuenta con la postal...por una vez que me pides algo posible y facilito, no te lo puedo negar.
Si no consigo la postal del Titicaca, trataré de enviarte una desde la bonita ciudad peruana de Chachapoyas.
Hugo
 
Vaya tela, Hugo, impresionante la experiencia de la mina, que contraste con nuestro mundo cotidiano, ¿no?. Saludos y sigue disfrutando del macrotour.

Luis
 
que buen articulo y fotos! Gracias. La verdad es que a todos los españolitos nos impresiona bastante Bolivia.
 
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