13 abril 2007

¡Saludos desde el fin del Mundo!


(el circulito rojo en el mapa de la derecha ilustra dónde se encuentra un servidor)
.

¡Hola a tutti!

Me encuentro ahora en El Calafate, al sur de la Patagonia, adonde llegué ayer después de muchas horas de autobús (aquí en Argentina todo se resuelve con muchas horas de autobús).

El principal interés de El Calafate es que se encuentra muy cerca del glaciar Perito Moreno, que según las malas lenguas es muy bonito y espectacular. Así pues, me he pegado un viaje de casi 36 horas desde Bariloche (y más de 50 desde Buenos Aires) para ver un glaciar.

Creo que éste es el punto más al sur que alcanzaré, porque no me llegan las ganas como para adentrarme en Tierra del Fuego y llegar a la mítica ciudad de Ushuaia, la ciudad más al sur de nuestro bonito planeta. La naturaleza me tira, pero el frío no, y me apetece adentrarme ya en las sierras de Bolivia y del norte de Argentina.

Aquí ya estamos bastante al sur, hay que decirlo. El Calafate parece el pueblucho de la serie Doctor en Alaska (no, yo tampoco veía la serie), con casitas de madera que no pasan de dos pisos, mucho espacio vacío y la sensación de que el pueblo es un oasis en plena naturaleza. Afortunadamente, no hace demasiado frío. Mañana me toca visitar el glaciar en una excursión de todo el día y tengo muchas ganas. El domingo tengo un vuelo a Mendoza (mi primer vuelo desde que llegué a Sudamérica), porque no tengo ganas de pasar tres días seguidos en un autobús, por mucho que los asientos sean totalmente reclinables. Aquí en el sur todo son grandes extensiones desérticas en que a menudo el paisaje varía poco a medida que pasan los kilómetros.

Como sucede con los lugares que están en 'el culo del Mundo', aquí todo es bastante caro, incluida la conexión a Internet, que es 6-8 veces más cara que en Buenos Aires, por ejemplo.

Hablando de Buenos Aires, allí es donde escribí mi última crónica. Desde entoces, antes de llegar aquí, estuve unos días más en Buenos Aires, dos días en Rosario (la tercera ciudad más habitada del país), otros días en Buenos Aires y unos días en la región de los lagos, en la bonita población de Bariloche.

En Buenos Aires seguí en el hostel donde tuvimos el pequeño incidente narrado en el post previo. Conocí un poco más la ciudad: la zona de Palermo Viejo (quizás el área de la ciudad donde más me puedo imaginar viviendo, con edificios bajos, tiendas de ropa chulas y restaurantes de muchos países), el museo MALBA (con una muestra de fotos muy chula sobre un tal David Lachapelle), el Parque temático Tierra Santa (un parque temático dedicado a la religión Cristiana, donde asistí en directo a la Última Cena, la Adoración de los Reyes...y donde sólo me perdí la resurrección de Cristo porque era a las 20.15h y se me hubiera hecho tarde para cenar), el cementerio de La Recoleta (una auténtica hiper-concentración de templos funerarios dedicados a las grandes personalidades del país, cada cual intentando superar al de su lado) y algunos otros lugares de más o menos interés.
Buenos Aires me gustó, pero tampoco me encanta: es una ciudad demasiado grande, que me recuerda un poco la monumentalidad de Madrid, la capital del Reino de España, pero más a lo grande. La Avenida 9 de Julio, por ejemplo, tiene en algún punto 20 carriles.

Conocí a mucha gente e hice muchos amigos de muy diversos países, aunque sabiendo que no podré mantener relación con todos. Estuve cenando con dos ingleses en casa de unas chicas argentinas muy majas, una de las cuales nos preparó un asado fantástico. También cené con un amigo de la universidad, Fernando Fernández, y su mujer, Mariana, a los que no vi en Barcelona durante varios años...cosas de la distancia. Ambos se habían instalado dos días antes a vivir en Buenos Aires.

Los dos días en Rosario estuvieron bien (fui con Fran, el amigo canario al que había conocido en Río de Janeiro), pero tuvimos mala suerte con el tiempo. Afortunadamente, conocimos a unas chicas muy simpáticas que nos sacaron de paseo.

Por último, como os decía, estuve en Bariloche, que se encuentra, a grosso modo, a medio camino entre aquí (El Calafate) y Buenos Aires. Bariloche es conocido por ser el centro de la zona de los lagos, una área muy bonita y famosa además por sus pistas de esquí. Es una típica población de recreo para la gente bien de Argentina y países vecinos como Brasil y Chile. Hay mucho turista, pero el ambiente era muy agradable. Estuve, además, en el mejor hostel (albergue) en que he estado hasta ahora, el 1004 de Bariloche, que está en un décimo piso, con vistas increíbles sobre el lago Nahuel Huapi. En Bariloche conocí a mucha gente, vegeté bastante (llovió mucho) e hice un par de excursiones.

Bariloche quedará en mi recuerdo como el lugar donde me enteré de la muerte de mi amigo Ignasi, con quien recientemente había desarrollado una muy buena amistad. Tenía un carácter independiente, muy especial y divertido, y me lo pasaba muy bien con él. Estuve unas semanas en su casa justo antes de empezar mi viaje a Sudamérica y se me hace difícil creer que ya no esté. Le echaré de menos, pero me quedo con sus ganas de hacer cosas y su capacidad de hacerlas sin mirar el reloj, sus muchas inquietudes, su sentido del humor lleno de ironía y mucha de la música que le gustaba.

Por lo demás, volviendo a un tono más alegre, decir que aquí en El Calafate no entienden de lectores de tarjetas, por lo que, no pudiendo mostraros las fotos de mi cámara, he elegido una foto "de archivo" para que al menos sepáis dónde me encuentro. En cuanto pueda añadiré algunas otras de mi propia cosecha.
También decir que, cada vez más, me estoy decantando por los hostels en detrimento (bonita palabra: detrimento) de los hoteles. Son mucho más baratos e ideales para conocer gente, al ser las habitaciones compartidas por 4-6 personas y haber a menudo zonas y actividades comunes. A veces, sin embargo, no resultan del todo cómodos: ayer noche, sin ir más lejos, llegué a las 2.00h de la mañana a mi hostel de El Calafate, tras un día y medio en un autobús. Las otras tres personas ya dormían en la habitación y habían dejado el suelo invadido con sus mochilas, ropas, etc., de manera que tuve que situarme y hacerme la cama en unas condiciones no óptimas y de absoluta penumbra.

Mi futuro inmediato, una vez visto el glaciar, es, como os decía, volar a Mendoza, la zona de los vinos, y ponerme un poco contentillo visitando bodegas. Hay excursiones en bici de una bodega a otra, lo que viene a ser algo parecido a la maratón du Médoc, en Francia, donde la gente corre 42 kilómetros y los avituallamientos son con vino en lugar de con agua.
Después pretendo seguir hasta Tucumán, ya al norte, la tierra del gran Atahualpa Yupanqui...y desde allí Salta, Jujuy, y a cruzar a Bolivia.

Tengo pensado incorporar en breve a mi blog un mapita de mi ruta, por cierto.

Un abrazo,

Hugo


Comments:
compte amb el Mon :) i dóna-li records a l'Evo.
Salut i endavant!!
Carles
 
Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?