21 septiembre 2011

1.340 millones de seres humanos no pueden estar equivocados: desde China con amour

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Sí amigos, migas,

Llevo unos diez días en China y, ciertamente, no he dado muchas señales de vida. Aparte de responder a algun email desde el movil (cuando tenia wi-fi), no me habia enfrentado hasta ahora a un ordenador en el aeropuerto de Chengdu, en un restaurantillo la mar de majo donde ademas tienen ordenadores con un internet tan lento como el de 1995. Chengdu es la capital de la provincia de Sichuan y, segun parece, es la quinta ciudad con mas habitantes del pais.
Del pais chino, claro.

No escribo en el blog porque en el susodicho pais no me dejan, igual que tampoco puedo ver videos de youtube ni entrar en facebook, sin ir mas lejos. Cada uno tiene sus cosas.

Hasta ahora el viaje nos esta yendo sobre ruedas. Primero estuvimos cinco dias en Beijing, que vendria a ser el Pekin de toda la vida pero un poco mas moderno. La ciudad, sin arrebatarnos, nos gusto y no se
nos hizo demasiado dificil movernos por ella, dado que todo suele estar tambien en caracteres occidentales (llamemosles letras): de tanto miedo que nos habian metido con esto de la incomunicacion, al final la cosa ha sido menos dramatica de lo esperado. Todos los chinos hablan chino con fluidez, lo cual es muy loable, pero afortunadamente tambien hay algunos que hablan algo de ingles. Ademas, en la mayor parte de transportes publicos, se toman tambien la molestia de decir cuatro cosillas en ingles, lo cual suele ser de gran ayuda.

Como no podia ser de otra manera, visitamos la Plaza Tiananmen, que estaba llena de gente (china) como aparentemente es costumbre. Habia no se que especie de evento tipo ofrenda floral al que no nos dejaron asistir por ir con mochila, pero tampoco tuvimos la sensacion de perdernos nada extraordinario. Desde la susodicha plaza accedimos a la famosa Ciudad Prohibida, que resulto ser de lo mas interesante...aparte de suponernos una buena pateada. Tambien paseamos un poco por la zona de las embajadas y por un par de areas bastante centricas cuyo nombre tengo en la punta de la lengua, pero no recordare en la vida. Tambien estuvimos en el barrio de Sanlitun, donde nos hicieron un masaje chino la mar de reconfortante.

Tambien en Beijing vivi una de las situaciones mas curiosas que recuerdo. Habia oido hablar de ella y la asociaba con Japon, pero nunca la habia vivido en directo. Fue una tarde cuando, volviendo a
casa, cogimos el metro. Estaba absolutamente abarrotado de gente volviendo del trabajo y del cole y habia que entrar en los vagones a empujones, de tanto ser humano que queria meterse. No logramos
meternos en el primer tren pero si en el segundo: en mi caso, con la ayuda de German, que me estiro fuertemente del brazo desde dentro del vagon. El momento mas destacable fue, cuando estando ya dentro del vagon y ante la imposibilidad de cerrar la puerta, un senyor con la profesion de "empujador del metro" se aseguro de que cupiesemos, como si estuviesemos en una lata de sardinas. Toda una experiencia que me hizo empatizar con el ingrato mundo del pescado en conserva.

Otro de los momentos estelares de Beijing fue cuando, una noche, fuimos al famoso mercado nocturno de Donghuamen, donde comimos escorpiones (pequenyos y grandes: mucho mejor los primeros, con sabor parecido al de las gambas) y un tipo de gusanos regordetes. Todo estaba convenientemente sazonado y frito, de manera que resulto menos desagradable de lo que aparentemente podria parecer...pero un reto igualmente.

A ver si mas adelante puedo anyadir los nombres de los sitios: esto de escribir en condiciones precarias es un poco conyazo. Las chicas del restaurante se han estado media hora (de reloj) intentando ponerme el teclado en modo inglish-pitinglish y, al final, ha tenido que ser un servidor el que haya resuelto el problema. Acaso no se han encontrado nunca con otro extranjero que haya querido usar un teclado?

Desde Beijing nos escapamos un par de dias a ver la muralla china cerca de la localidad de Jiankou. Esta zona es famosa porque la muralla no esta restaurada y, por lo tanto, lentamente va siendo vencida por las fuerzas de la naturaleza. Por ende, esta en teoria prohibido visitar la muralla en esta zona, pues resulta peligroso: hay zonas totalmente derrumbadas, partes a punto de hacerlo y un monton de tramos con mucha pendiente donde es posible hacerse mucho danyo. Sin embargo, es la oportunidad de ver la muralla en un paisaje natural espectacular y sin apenas gente, como nos sucedio a German y a un
servidor, que estuvimos mas de una hora solos paseando por la muralla, entre arboles y plantas que crecian por doquier. Es curioso como, al final, ninguna construccion dura eternamente. Ver la muralla en un terreno tan extremadamente accidentado -hay tramos en que sube casi verticalmente- es realmente impresionante. Fue una excursion preciosa, maxime porque pasamos la noche en un pueblecito a una hora y media de Beijing (Xizhazi, creo que se llama), que nos dio una idea bastante precisa de lo que puede ser la China rural.

Volviendo al restaurante donde me encuentro, debo deciros que el te que me he pedido, cuyo coste de 4 euros me ha parecido inicialmente carisimo, empieza a parecerme barato ahora que me han rellenado la taza con agua caliente por cuarta vez. Mientras estoy frente al ordenador German esta en la zona de mesas sentado en un comodo sofa y (supongo) consultando emails en el movil.

La Gran Muralla, pues, existe de verdad y no es solo un prestigioso restaurante de Barcelona. Estuvimos en el hotelillo sencillo del Sr. Zhao, un lugar un poco destartalado y desordenado pero con un buen trato. German no estuvo muy fino esos dias asi que no hicimos una gran caminata sobre la muralla, pero al menos llegamos hasta ahi y dimos un buen paseo.
Espero poder publicar alguna fotillo de la excursion pronto, pues valen la pena. Tambien fue destacable que llegaramos al pueblecito por nuestros propios medios, aprovechando todos los recursos a nuestra disposicion (empezando por las camareras de una cafeteria que nos tradujeron el itinerario del ingles al chino, para que asi nos pudieramos entener con autobuseros y taxistas). Como os decia, cuando a uno le meten tanto miedo con esto de la dificultad de comunicarse con las gentes autoctonas, al final le parece como si estuviera en Palau de Plegamans.

El idioma en si, es, ciertamente, muy complicado, y a la gente que no tiene nociones de ingles a veces no es facil pedirle ni una Coca Cola, por la forma peculiar que tienen de pronunciar las cosas. Pero bueno, al final, con un par de sonrisas para destensar las cosas y un poco de lenguaje de signos, solemos acabar saliendonos con la nuestra. Despues de diez dias por estas tierras conseguimos que entiendan un "hola" y un "gracias", pero no mucho mas.

Aparte de lo ya mencionado, hay que decir que en Beijing comimos un excelente pato pekin, como correspondia. A German no le sento tan bien como a mi, cosa que es de lamentar. En realidad, puede decirse que en la primera semana a German nada la acababa de sentar bien, pues le afectaron las principales enfermedades que un ser humano pueda sufrir, con la logica excepcion de la sifilis y otras mas graves. Fueron dias duros para mi companyero de viaje.

Las cuatro noches que estuvimos en Beijing nos alojamos en casa de Alfonso y Silvia, familiares de la rama Sancha Mont que nos trataron de maravilla. No solo nos acogieron en su piso y nos trataron a cuerpo de rey, sino que pusieron su chofer a nuestra disposicion y nos vinieron a recoger al aeropuerto, lo cual suavizo bastante nuestro aterrizaje mochileril en este pais. A cambio, solo nos pidieron que les llevaramos unos botes de fabada Litoral, como no podia ser de otra manera. Tambien nos llevaron a comer nuestro primer hot pot (una comida al parecer tipica donde cada uno se va cociendo diversos alimentos en una olla) y nos dieron buenos consejos. Ademas, pasamos momentos muy divertidos con David y Aaron, sus hijos, que son realmente encantadores y muy divertidos: se confirma un poco la teoria aquella que de fantasticos padres salen fantasticos hijos. Tambien nos llevaron un dia al mitico centro comercial llamado Silk Market, donde se cubre la celebre maxima de "mas barato que en el Pryca".

Me acaban de rellenar la taza de te por sexta vez y ya me sale la cafeina/teina por las orejas; si no fueran las 5 de la tarde estaria temiendo por mi descanso nocturno.

Una vez visitados Beijing y la muralla china, nuestra siguiente parada era el Tibet, que se encuentra en la otra punta del pais. Ha sido una parte del viaje que hemos tenido que llevar muy planificada, puesto
que el acceso a la region esta muy regulado y bastante restringido, especialmente despues de unos sonados disturbios que hubo en 2008. Sin ir mas lejos, en la mayor parte de junio y julio los extranjeros no pudieron visitar el Tibet. Al final, hemos tenido suerte y, con el correspondiente permiso, hemos podido pasar cinco fantasticos dias en Lhasa y sus alrededores. En honor a la verdad, no puede decirse que nos hayamos alejado mucho de la capital, pero ha sido en gran medida por factores presupuestarios, organizativos y de salud (adaptacion a la altura, mainly).

Tibet nos ha encantado y en Lhasa nos hemos sentido muy a gusto, hasta el punto de acunyar la bonita frase "En ningun sitio como en Lhasa". No dudo que haber estado en el Tibet unos anyos antes hubiese sido una experiencia aun mas gratificante, puesto que la influencia de la industrializacion/modernizacion/colonizacion chinas le estan quitando a la region un punto de aislamiento y autenticidad. Tampoco puede negarse que la presencia policial resulta un poco excesiva y "corta un poco el rollo" (hay un policia chino armado cada 3 o 4 metros: nunca habia visto nada igual).
Pero, a pesar de todo, la experiencia sigue siendo apasionante. Los tibetanos, por incomodos que puedan sentirse como parte de la gran nacion china, siguen siendo una gente tremendamente alegre y muy gentil. Todo han sido sonrisas y ganas de hacernos sentir como en casa. Por otra parte, son gente muy espiritual, que practica el Budismo Tibetano con fervor, a menudo empezando a primera hora de la
manyana con una kora, un paseo en en sentido de las agujas del reloj alrededor de alguno de los lugares sagrados de Lhasa o sus alrededores. Algunos de los fieles hacen todo el recorrido estirandose en el suelo cada 1 o 2 metros, una imagen que quizas hayais visto alguna vez.

El Palacio de Potala, el templo de Jokhang o el Monasterio de Drepung son de las visitas que mas me han gustado en mi trayectoria viajera: no hace falta ser monje ni budista para darse cuenta de que son
lugares con un 'algo' especial. Ademas, su estetica me parece preciosa y la abrumadora presencia de fieles les da una energia interesante. El palacio de Potala, antigua residencia del Dalai Lama y, por lo tanto, antigua sede del gobierno tibetano, es un lugar precioso: German y yo nos dimos con el de bruces una noche y nos quedamos impresionados. Hay veces que las visitas a templos religiosos pueden hacerseme pesadas, pero Lhasa ha sido exactamente lo contrario. Pasear por Lhasa, hacer una o varias koras por el circuito de Barkhor o regatear en los puestecillos tibetanos del centro es una autentica gozada. Lhasa es uno de aquellos sitios donde uno puede sentirse a gusto sin hacer gran cosa, lo cual tiene bastante gracia.

El ultimo dia -ayer- hicimos una excursion (German, nuestro guia y yo, dado que es obligatorio tener un guia por estos lares) a un Monasterio menos conocido que esta a las afueras de Lhasa. Desde alli, subimos a una montanyita, aprovechando que ya estabamos bastante adaptados a la altura (Lhasa esta 3.600 metros sobre el nivel del mar)...y desde alli a otro monasterio que estaba un poco mas arriba. Debimos llegar a nos 3.800m, no mas. Nuestro guia, Dri, que habia sido pastor de yaks en algun lugar remoto de las altas montanyas tibetanas, estaba como pez en el agua, saltando como una cabrita montesa. German y yo lo pasamos un poco peor, pagando mas nuestro esfuerzo, pero la excursion de un par de horitas valio realmente la pena: me recordo mucho a mis aventuras nepalis. Dedicamos nuestra ultima tarde a comprar unas telas tibetanas que deberian decorar nuestros humildes hogares barceloneses y algunos otros cachibaches, aparte de probar la carne de yak cruda y congelada, que resulto ser algo mas insipida que el yak que habiamos comido en otras versiones mas calientes. La cocina tibetana, siendo sinceros, nunca copara las paginas de la guia Michelin, pero ni falta que les hace. Hemos comido mucha comida india y nepali, empezando por mi siempre venerado pollo tikka, que German ha comido cuatro dias consecutivos.

Os recomiendo mucho que visiteis el Tibet, pues, si teneis ocasion.

Y, como os decia, ahora estamos en Chengdu. Hoy es un dia de transicion, puesto que lo estamos pasando entre dos vuelos y una larga escala. Esta manyana hemos salido de Lhasa y esta noche tenemos pensado dormir en Guilin, adonde llegaremos a las tantas. Guilin esta en el estado de Guangxi, una etapa del viaje que esta siendo organizada y decidida por German. Un servidor fue el que monto lo de Beijing y Tibet.

Seguiremos, pues, informando. Los que hayan llegado hasta aqui que me lo hagan saber, pues se han ganado una piruleta.

No, gracias, señorita, no quiero la octava taza de té.

Besos y abrazos,

Hugo

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